Museo del Vino de Guanajuato | #Exhibiciones de Verano
Un museo lleno de color escondido en el centro de Dolores Hidalgo C.I.N.
Esta nueva entrega de #ExhibicionesdeVerano se traslada hasta la Cuna de la Independencia Nacional: Dolores Hidalgo. Dentro de una antigua casona encontramos un mundo de conocimiento sobre cultivo de la vid en medio de pasillos llenos de talavera azul.
Una verdadera sorpresa que confirma la frase “Nunca juzges un libro por su portada”.
A finales de mayo pasado, tuve la oportunidad de pasar un fin de semana en Dolores Hidalgo, Guanajuato. Este lugar es especial para mí, ya que una gran parte de mi familia materna vive allí, y siempre hay reuniones familiares para celebrar diferentes eventos. En esta ocasión, decidí dedicar más tiempo a explorar los numerosos lugares relevantes de la ciudad que siempre había dejado pendientes.
Una de las mayores sorpresas fue descubrir un museo justo en frente del pequeño hotel donde nos hospedamos habitualmente: el Museo del Vino de Guanajuato.
Aunque la fachada exterior se mezcla con el resto de construcciones coloridas del centro de Dolores Hidalgo, típicas de la época colonial en México, nunca me imaginé que en su interior descubriría material suficiente para crear una nueva publicación en la serie #ExhibicionesdeVerano
La historia de este edificio se remonta a finales del siglo XVIII, cuando se construyó esta casona en el centro de la ciudad, junto a la casa del cura don Miguel Hidalgo y Costilla, considerado el Padre de la Patria en México. En 1937, el inmueble se convirtió en un hospital operado por monjas, ya que hasta ese momento no había instalaciones de ese tipo en el área. En 1940, el presidente Lázaro Cárdenas destinó fondos para su remodelación y lo convirtió en el Hospital Ignacio Allende. En 1963, el municipio de Dolores Hidalgo adquirió la propiedad.
En 2016, después de 10 años de dejar de funcionar como hospital, este lugar se transformó en el Museo del Vino, con el objetivo de difundir y compartir la cultura del vino en el estado de Guanajuato, preservando así el legado vitivinícola que el padre Miguel Hidalgo impulsaba en esta localidad desde finales del siglo XVIII.
El museo cuenta con cuatro salas que, a pesar de su espacio relativamente pequeño, están perfectamente ambientadas y nos brindan una gran cantidad de información sobre el tema de la vid
Sala 1. Historia del vino y su llegada a la Nueva España
Sala 2. El viñedo
Sala 3. La Bodega
Sala 4. Sala Sensorial
Mi visita al lugar fue en la tarde del sábado, y fue el momento perfecto, ya que había pocos visitantes y pude disfrutar del lugar con total libertad. Me tomé mi tiempo para explorar todas las placas informativas y las pantallas interactivas de la sala 2.
En esta sala, encontré una gran cantidad de información sobre las diferentes variedades de uva cultivadas en México, el ciclo anual del viñedo, las etapas de desarrollo de la planta en cada momento del año, la vendimia y los procesos de elaboración del vino. Las pantallas interactivas que mostraban videos explicativos de cada etapa eran muy atractivas y me permitieron comprender mejor los momentos que vive la planta para producir uvas perfectas para la creación del vino.
En la sala sensorial, también encontré pantallas que permitían escuchar catas virtuales a cargo de sommeliers, que presentaban botellas emblemáticas de las principales marcas de la región.
Al final del recorrido, llegué al Wine Bar, donde pude degustar dos vinos y así cerrar de manera perfecta mi visita al museo.
Dentro de las instalaciones también se encuentra Da Monica, un restaurante italiano que, lamentablemente, no pude visitar debido a cuestiones de tiempo. Sin embargo, tuve la oportunidad de recorrer el sensacional patio interior, que está decorado de manera perfecta con hermosa talavera azul fabricada en la ciudad. Un detalle espectacular fue una pequeña llovizna que refrescó la calurosa tarde y añadió un toque especial a la visIta.
Así, caminé por los pasillos bajo los arcos que adornan los bordes del patio y, finalmente, llegué a la fuente ubicada en el centro antes de partir del lugar con algunas postales en mi mano. Realmente, fue una visita que me dejó una gran impresión, no solo por la degustación de vinos, sino también por la perfecta decoración del lugar y toda la valiosa información que adquirí.
Por supuesto, el Museo del Vino no fue lo único que tuve la oportunidad de visitar durante mi fin de semana en Dolores Hidalgo, así que espero poder compartir futuras publicaciones sobre el resto de lugares que descubrí en esta ciudad.
¡Nos leemos pronto!